12/ Argentina 2001

En el año 2001 Argentina no vivía ninguna odisea en el espacio, más bien esperaba con resignación la explosión de su enésima crisis económica en 25 años, cuando militares y élite económica decidieron arrojan al mar, literalmente, los aires de cambio. Los pasillos de las universidades aún olían a pólvora, y la ciudad de Buenos Aires, hermanastra de Madrid en el sur de América, no era una ciudad pobre, era una ciudad empobrecida, saqueada, una ciudad destartalada y malvendida a trozos en mercadillos porteños como el de San Telmo, donde una pared decía con buena letra “los de arriba nos mean encima y la prensa dice que llueve”, una frase que recuperaría el 15M una década después cruzando el charco. Los bancos no se fiaban de los argentinos y los argentinos no se fiaban de los bancos. De mano en mano circulaban pesos, dólares, “patacones” emitidos por el propio Estado de Buenos Aires, y monedas y billetes falsos eran aceptados con naturalidad por todo el mundo, a excepción de las máquinas expendedoras. Media generación, la heredera de la extinta clase media, preparaba ya las maletas mientras la otra mitad multiplicaba las “villas miseria”, en un anticipo de lo que 10 años después llegaría a la Europa mediterránea. El nuevo desastre era inminente.

Así las cosas, cuando un martes de septiembre a media mañana dos aviones se estrellaron en la ciudad de Nueva York, apenas nadie dedicó más de un minuto a las imágenes que repetía y repetía la televisión, apenas este gallego de paso y con boleto de vuelta y algún que otro extranjero. “Bastantes problemas tenemos ya acá” protestaba un tipo saliendo de un bar.