8/ Pattaya
En Pattaya los niños fuman y las niñas van de la mano de europeos, australianos y norteamericanos con aspecto de Heisenberg. Al atardecer el paseo marítimo se convierte en un interminable escaparate en el que se ofrecen las chicas, algunas casi adolescentes, otras demasiado mayores para ser contratadas en un local, a veces en grupos de 2 o de 3 pero casi siempre solas.
Neones, carteles publicitarios y luces rojas iluminan la Walking Street, epicentro de Pattaya, uno de los mayores burdeles del mundo. En torno a esa calle, mujeres llegadas desde pueblecitos y ciudades de toda Tailandia esperan sentadas en las aceras o en taburetes a la entrada de los bares y clubs la llegada de clientes extranjeros, recibiéndoles con un hilo de voz, «Hello, Sir», o tratando de tomarles de la mano para que se detengan.
Las jefas de las chicas tienen cara de haberlo visto ya todo en esta vida, y posiblemente así sea, y los hombres de estar paseando por un parque temático, ¿quién no tiene derecho a divertirse un poco?, al fin y al cabo las putas solo son eso, putas.