19/ English beers

Para los ingleses la familia es algo mucho más secundario que la cerveza. En una sola palabra de seis letras, brewer, sintetizan lo que en castellano es un “fabricante de cerveza”, tres palabras y casi veinte letras necesitamos para decir lo mismo. En cambio, no tienen una única palabra para decir “suegro”, que es father in law, mientras que aquí tenemos hasta consuegros y concuñados entre otros trabalenguas familiares.

El pub es su segunda casa, en muchos casos su primera, algo que, echando un vistazo rápido al interior de sus casas y de sus pubs, es fácil de entender. Comparten con los irlandeses la antigüedad de sus bares más añejos, algunos con más de 1.000 años, ahí es nada, y aunque es en Irlanda donde está el que se considera más antiguo del mundo, es evidente que su variedad de cervezas es mucho más limitada. Si cerrase la Guinness, el país colapsaría. En cambio la oferta cervecil de Inglaterra, con perdón de abadías, trapenses y lámbicas, y de las tradiciones alemana, belga y checa, es inabarcable. Cada pub cuenta con grifos que cambian semanalmente: real ales para los más clásicos, oscuras stouts y porters con aromas a café y regaliz, hiperlupuladas ipas con sabor a marihuana, pale ales y las antiguas russian imperial stouts creadas para los zares. Cervezas cítricas, turbias y brillantes que acompañan las jam session intergenacionales de blues, rock and roll y jazz que hay casi a diario.

Si la comida es casi la mitad de un viaje, en el caso de Inglaterra ese espacio lo ocupan las cervezas, muchas de pequeñas producciones y ediciones limitadas que, una vez agotado el barril, a menudo es imposible volver a encontrar.