Economía Convencional y Perspectivas Críticas

Curso de Experto Visiones del Desarrollo, Alternativas y Herramientas para la Transformación Social. Universidad de Córdoba.

Profesorado:

Germán Ferrero y David P. Neira[1]

 _____________________________________________________________________________________

1. Introducción

2. Qué es la Economía Convencional

2.1 El mercado como centro de lo económico

2.1.1 Algunas críticas al PIB

3. Abriendo perspectivas…

4. Algunas ideas sobre la mesa…

5. A modo de conclusiones

6. Bibliografía

______________________________________________________________________________

 

1. Introducción[2]

“Economía” es una palabra que está inmersa de lleno en el lenguaje cotidiano, y como tal, su significado y sus acepciones se encuentran muy arraigadas en el subconsciente colectivo: hablar de Economía (en mayúsculas) es hablar de dinero. Ahora bien, alguna vez nos hemos preguntado ¿Qué es el dinero? ¿Cómo se “produce” el dinero? ¿Existen formas de entender la economía que tengan en cuenta más cosas que el dinero? ¿Qué debemos tener en cuenta al pensar en modelos económicos alternativos? Sin duda, estas la reflexión colectiva sobre estas cuestiones son fundamentales a la hora de pensar imaginarios futuros y construir realidades económicas presentes que transiten por otros caminos. Reflexionar sobre estas cuestiones y dar algunas claves estructurales, digamos, es el objetivo final de este módulo. Sin embargo, para poder pensar en alternativas, el primer paso es conocer el discurso dominante desde, entender su retórica y la justificación que éste se da a sí mismo. Esta será la primera parte del presente texto. En una segunda parte se darán algunas pinceladas para poder entender la economía desde otras perspectivas epistemológicas más acordes a las “nuevas” corrientes de pensamiento feminista y de ecología social.

Antes de entrar en materia nos gustaría hacer un pequeño paréntesis y poner encima de la mesa dos distinciones teóricas que, a nuestro entender, servirán a lo largo de todo el texto para evaluar el grado profundidad con la que se deconstruyen y reconstruyen los discursos económicos en torno a las propuestas que tratan de construir otros modos alternativos de Economía. Al hablar de economía, como un campo de conocimiento y de relaciones específico, es necesario distinguir entre lo que en este trabajo se ha denominado: Principios Rectores y Enclaves Estructurales. Los Principios Rectores de la economía serían, digamos, como las normas/reglas de comportamiento/funcionamiento explícito/implícito que son reconocidas y legitimadas institucionalmente (independientemente de que se cumplan o no) y que guían las relaciones e intercambios socio-económicos. Los Principios Rectores pueden ser definidos como disposiciones adquiridas de comportamiento que se construyen social e históricamente en un determinado espacio social (Bourdieu, 2000). Los Enclaves Estructurales hacen referencia, digamos, básicamente a dos cuestiones bien diferentes. Por un lado a la jerarquización del sistema económico en relación al sistema social y ambiental, y por otro, a la centralidad, significatividad y subordinación de los diferentes espacios sociales, algunos de ellos considerados como económicos y otros no.

 

2. Qué es la Economía Convencional

Un sistema económico es una determinada forma de organización del trabajo humano y las relaciones con la naturaleza para obtener los bienes y servicios que cubren las necesidades de una determinada sociedad. Los sistemas económicos son un conjunto de normas y formas de funcionamiento que deciden qué trabajo se realiza, qué bienes y servicios se producen, cómo se realiza el trabajo y cómo se utilizan los productos resultantes. Para la economía convencional, la mejor forma de organizar esta relación entre recursos y necesidades es el Mercado.

El esquema general de funcionamiento de la economía convencional se puede resumir mediante el esquema representado en la figura 1. Esta descripción del sistema económico se conoce como flujo circular de la renta (Figura 1): la corriente de pagos e ingresos que gira alrededor de las empresas y los hogares. Así, para el enfoque convencional el sistema económico es cerrado y no estable ningún tipo de relación con el exterior (ni ambiental, ni social…). Todo nace y muere en el mundo del dinero. Nada sale del círculo, el sistema económico se presenta como cerrado, autosuficiente y equilibrado.

 

Figura 1. Flujo circular de la Renta: Empresas/Consumidorxs y Mercados de Bienes y Servicios

Se genera así “un flujo de bienes y servicios a cambio de un flujo monetario que se considera son distintos, pero tienen un “valor equivalente”. El esquema de funcionamiento implica que las empresas adquieren factores de producción (capital, trabajo, tierra) en el mercado de factores de producción y a cambio los pagan o remuneran con salarios (remuneración del trabajo), alquileres (remuneración de inmuebles y tierra) y beneficios (remuneración del capital). Las empresas combinan factores de producción mediante una determinada tecnología para transformar y “producir” bienes y servicios que venden en el mercado de bienes y servicios. A cambio de esta venta obtienen un pago que constituye un flujo monetario de ingresos. Estos ingresos son los que se distribuyen entre los factores de producción. Por otra parte, los/as consumidores/as o familias o economías domésticas son los/as propietarios/as de los factores de producción que venden en dicho mercado: tierra, capital y trabajo. A cambio de vender los factores de producción obtienen una renta que es pagada por las empresas como remuneración a los factores productivos. Este flujo monetario o renta es destinado por los/as consumidores/as a comprar bienes y servicios en el mercado. Estas compras constituyen un flujo monetario o gasto que se traduce en el ingreso de las empresas a cambio de los bienes y servicios que estas producen”.

En este esquema, la Administración Pública (sector público) se encarga de contratar factores en los hogares a través de retribuciones y de generar otra serie de bienes y servicios que por lo general no tienen precio en el mercado (bienes y servicios públicos). Otro papel que se le suele atribuir a las Administraciones Públicas son las labores redistributivas a través de transacciones mediante impuestos y transferencias. Finalmente, la relación de un país con el sector exterior también altera el flujo circular de la renta ya que parte de la producción de las empresas se destina a las exportaciones y a cambio obtiene ingresos que se incorporan al flujo monetario. A la vez se importan bienes y servicios que son adquiridos por los/as consumidores/as que destinan parte de su gasto a estas compras en el exterior. Por simplificar, el sistema financiero y las relaciones comerciales con otras economías no se han incluido en el esquema.

Por lo tanto, según la visión dominante, existen dos tipos de mercados, los mercados de bienes y servicios y los mercados de factores. De esta forma la economía de mercado, según el discurso dominante, permite “que los recursos económicos se asignen con más eficiencia que cualquier otro sistema. El mercado implica especialización, por lo que cada uno producirá aquello para lo que está mejor dotado o en lo que tiene una ventaja comparativa. El mercado implica una evaluación continua de los costes y beneficios, lo que llevará a que los recursos se asignen de acuerdo con esta valoración, y si lo que se persigue es el máximo beneficio (rentabilidad), se impondrá una buena asignación de los recursos escasos con los que cuenta cada individuo o agente y la propia sociedad en su conjunto” (Cuadrado; 2006: 30). Para que estas relaciones se produzcan, los individuos deben comportarse de manera egoista y “maximizar su utilidad” individual. Así, el “comportamiento egoísta (búsqueda del propio bien o, mejor, del propio beneficio) y competitivo de los agentes conduce a lograr la solución más adecuada para el conjunto. En cada sector de la vida económica los mercados aseguran —en principio— la coordinación entre las decisiones independientes de los agentes individuales. Un mercado es el encuentro y confrontación entre los oferentes y los demandantes. Si los mercados pueden funcionar con plena libertad serán eficientes, en el sentido de que garantizan la realización permanente del equilibrio económico más satisfactorio posible, tanto para los individuos como para la colectividad” (Cuadrado; 2006: 30).

Eliminar cualquier barrera para que los individuos, pero sobre todo las empresas puedan actuar según sus propios intereses (que no tienen por qué ser los de bien común, y de hecho, no lo son), es lo que se conoce comúnmente como liberalizar los mercados. Según la retórica convencional el “sistema de toma de decisiones de carácter descentralizado por parte de los productores y de los consumidores reduce claramente los costes de información y transacción, cosa que no sucede en cualquier otro sistema donde sea preciso recoger y acumular la información para, más tarde y a nivel colectivo, tomar decisiones y definir las líneas de actuación de la economía, a las cuales se «sujetarían» (o deberían sujetarse, supuestamente) las decisiones de los productores y de los consumidores” (Cuadrado; 2006: 30). De esta forma el sistema de mercado “respeta la libertad del individuo. El comportamiento de cada agente o unidad no se encuentra «regulado» directamente por nadie en particular. El «voto» de cada individuo se expresa en el mercado con sus propias preferencias y su dinero o los recursos de los que dispone” (Cuadrado; 2006: 30).

Además, las personas defensoras del libre mercado utilizan la retórica del desarrollo para justificar los beneficios de la libre competencia. Es más, es común que los conceptos economía de mercado, crecimiento, desarrollo y modernización se utilicen de manera casi sinónima, aunque cada uno de ellos aporte determinados matices diferenciadores. En la retórica del desarrollismo capitalista se afirma que los “cambios en los precios relativos y la competencia inducen la rápida introducción de innovaciones y cambios técnicos en los productores; inducen a efectuar los cambios necesarios en la producción (proceso de producción y productos/servicios ofrecidos); e inducen también a reformar lo que sea necesario en la organización de la unidad productiva para poder subsistir en un mercado concurrido y competitivo. Si algo han demostrado las economías de mercado en la realidad es su enorme capacidad de readaptación a los cambios y de generación de innovaciones” (Cuadrado; 2006: 31)

 

2.1 El mercado como centro de lo económico

A nivel de discurso, la economía se organiza a través de una estructura dicotómica de pares que identifica Economía con mercado capitalista y Trabajo con actividad remunerada. Así, Mercado y Trabajo Asalariado se convierten en la Norma, y el resto de trabajos e intercambios se convierten en las excepciones no económicas o en simples tareas “altruistas” (ib.). Estas distinciones teóricas (que funcionan en la práctica) tienen implicaciones muy importantes en relación a los papeles desiguales que jugamos cada una de las personas en la sociedad en relación a las categorías de género que nos son auto-asignadas en la sociedad y que en mayor o menor medida nosotr*s asumimos y reproducimos: lo económico, lo valorado, lo significativo… históricamente ha sido adscrito al campo de lo masculino (cuestión que no es de extrañar por otro lado ya que la inmensa mayoría del discurso público ha sido elaborado por varones); mientras que el “resto”: lo no valorado, lo no significativo, lo no económico… ha sido adscrito históricamente (por los varones) a lo femenino (ib.).

La representación gráfica del funcionamiento del mercado se recoge en el gráfico 2. Según la teoría económica al uso, los mercados perfectamente competitivos son aquellos que tienen un gran número de empresas que compiten entre sí, numerosas personas que quieren comprar los bienes y servicios, ninguno de los agentes económicos controla el mercado y existe información perfectamente distribuida por los agentes. Bajo estos supuestos se da lo que se denomina el equilibrio del mercado, donde la oferta es igual a la demanda. El punto de corte entre la oferta y la demanda determina la cantidad de bien o servicio producido eficiente, al igual que el precio eficiente. Cuando unas de estos supuestos no se cumplen (¡nunca se cumplen!!!) se les denomina “fallos de mercado”. Y según la propia teoría neoclásica (es la forma académica de denominar a la teoría dominante) los desequilibrios que se producen en una economía de mercado tienden a ser siempre temporales. El funcionamiento de un mercado concurrencial tiene la ventaja de eliminar automáticamente (o con un desfase de tiempo relativamente corto) cualquier desequilibrio que sea consecuencia de un choque que haya afectado a la oferta o a la demanda.

 

Gráfico 2. Equilibrio de mercado en competencia perfecta, donde p es el precio de mercado y Q la cantidad demandada-ofrecida.

Los precios establecidos en la ofertan y la demanda en los mercados “juegan un papel de indicadores o de señal para una correcta asignación de los factores a las distintas actividades productivas, y también para ajustar la demanda de los consumidores a una escasez de bienes ofrecidos (que en bastantes casos tenderá, además, a ser transitoria, puesto que el alto precio incitará que se produzcan aumentos en la producción de tales bienes). Un ajuste del mismo tipo deberá producirse siempre que se produzca un choque o cambio que implique una elevación de los costes de producción y, por consiguiente, de los precios.” (Cuadrado; 2006: 30-31).

Desde las posturas más liberales, el papel del Estado se considera que interviene en el libre funcionamiento del mercado. Esto se denomina “intervencionismo”. Ya que el “sector público y el privado plantean maneras diferentes de acceso a los servicios y bienes. La lógica privada es la mercantil, producir mercancías para venderlas y que los capitalistas obtengan un beneficio. (…) Como en el capitalismo la producción y distribución de los recursos obedece a la lógica del máximo beneficio para el capital, en el mismo se procura la mercantilización al máximo de todos los aspectos de la vida de las personas. En este sistema, las conquistas sociales, la provisión de servicios públicos no mercantilizados, van a tener siempre un carácter muy limitado” (Seminari d’economia crítica Taifa; 2008).

Por último, cabría señalar que el objetivo último del sistema económico actual es el crecimiento económico. O, dicho de otra forma, la reproducción ampliada del capital: “la obligación de crecer es pues consustancial con el capitalismo. El capitalismo solamente puede existir (…) como crecimiento material perpetuo para compensar la disminución del valor” (Jappe; 2009). El Producto Interior Bruto es el indicador, el agregado macroeconómico, que intenta medir la actividad monetaria que se produce en un determinado país o economía (dentro del flujo circular de la renta). Es decir, el PIB pretende recoger el valor de todos los bienes y servicios finales producidos (en términos monetarios) en un territorio durante un periodo de tiempo concreto (generalmente un año) sumando todos los bienes y servicios producidos dentro del territorio. De esta forma, si con anterioridad se argumentaba que el fin último de la economía era el crecimiento económico, otra forma de decir lo mismo sería que el fin último de la economía es el incremento de PIB o lo que es lo mismo el incremento (cuantía y velocidad) de los flujos monetarios que circulan a través del flujo circular de la renta.

  • Algunas críticas al PIB

Las críticas al PIB son numerosas y de diferente índole al igual que las críticas al concepto de desarrollo, progreso y crecimiento económico. En la realidad existe todo un dispositivo discursivo en torno a la idea de progreso y desarrollo que camufla, enmascara y dificulta la comprensión del fin último de la economía convencional: el crecimiento económico. En los últimos años, esta retórica del progreso y del desarrollo se ha ido complejizado más todavía con la aparición en escena del concepto de “desarrollo sostenible”. El desarrollo sostenible es el mismo desarrollo de siempre, es decir, crecimiento económico, solo que enmascarado en una retórica “verde”. En relación a las principales críticas del PIB como indicador de bienestar o de desarrollo se suele argumentar que para las estimaciones del PIB se suman como bienes ciertas “cuestiones” que en realidad podrían calificarse como males. Por ejemplo: un accidente de coche hace incrementar el PIB. Según la OCDE, por cada muerto por accidente de tráfico se hace incrementar el PIB unos 75.000 euros. También contabiliza como positivo y hace incrementar el PIB, y por lo tanto es interpretado como un incremento del bienestar y desarrollo de un país, desastres ambientales, el incremento del gasto militar, que haya más enferm*s, etc.

Por otro lado, desde la economía feminista se viene denunciando la invisibilidad del trabajo que realizan las mujeres para el mantenimiento de la sociedad y en concreto que este trabajo no es contabilizado ni valorado en la Contabilidad Nacional (ni en el PIB, claro). El trabajo históricamente asumido por las mujeres en el ámbito de lo privado (cocinar, limpiar, fregar, llevar la organización de la casa, cuidar a las personas y los vínculos, vestir a l*s nin*s y a los no tan nin*s…), al no pasar por el mercado y no estar remunerado, este trabajo no se contabiliza de forma directa en la Contabilidad Nacional[3]. Es más, el desprecio histórico por el trabajo realizado por las mujeres aún se puede leer en los manuales de contabilidad al uso:

 

Es un atentado casarse con su cocinera

Usted no lo haga. Los tiempos no son buenos. Desde los albores de la contabilidad nacional se repite que si un hombre se casa con su cocinera se reduce la renta nacional. Y es cierto. Los servicios de la cocinera engrosaban la corriente de bienes y servicios adquiridos. Una vez que la boda se produce, aunque la cocinera siga ejerciendo su oficio en el seno de la familia, y aun suponiendo que, pasado el tiempo de merecer, la calidad de su cocina no disminuye, tal servicio no se incluye en la renta nacional.

 

Haciendo un esfuerzo de síntesis, las principales críticas que se le suelen hacer al PIB como indicador serían que:

  • El PIB no refleja la distribución de los bienes (aunque la renta se incremente no tiene por qué haber distribución de la misma; la realidad parece mostrar que cada vez hay mayor concentración). Apropiación de plusvalías.
  • El PIB no refleja aspectos cualitativos ni la composición de los bienes producidos (¿qué pasa con la cualidad de lo que se produce?).
  • El PIB no incluye los bienes y servicios no mercantilizados. Así, por ejemplo, en el PIB solamente se incluye el consumo de agua embotellada y no la de la fuente. Este ejemplo ilustra una paradoja fundamental en economía: aunque en teoría beber agua de la fuente o embotellada sirve para lo mismo; la segunda tiene un mayor impacto en términos de “destrucción” de recursos que la primera; la destrucción de riquezas físicas del planeta se traduce directamente en hacernos más ric*s en términos monetarios.
  • El PIB no incluye el trabajo no mercantilizado (la mayor parte de éste está asociado al trabajo en torno al ámbito doméstico y los cuidados, pero no exclusivamente), solamente al trabajo asalariado. Apropiación del trabajo no mercantilizado.
  • En el PIB se contabilizan como bienes algunas producciones que en realidad son males: armas, accidentes, enfermedades…
  • El PIB no refleja el impacto de la actividad económica en la Biosfera (la contaminación, los residuos…)
  • El PIB no refleja el agotamiento de los recursos naturales (el agotamiento del petróleo, la pérdida de suelo fértil…). Es más, contabiliza como positivo su agotamiento.
  • El PIB considera como renta los Gastos Defensivos (inversiones para reparar los daños ambientales, daños sanitarios…).

¿Y el PIB es considerado un indicador de Bienestar? A raíz de las críticas expuestas, parece claro que el PIB está muy lejos de ser una medida del Bienestar Humano, o de ser un indicador de desarrollo (no contempla cuestiones cualitativas, ni de distribución, valora de forma desigual los trabajos, valora como positivo el deterioro ecológico…).  Aun así, se podría argumentar que el PIB puede ser utilizado como una herramienta técnica que mide la actividad en los mercados y que no se le puede pedir más.

Sin embargo, en la vida pública, el PIB desempeña un papel muy distinto: (1) es una de las herramientas intelectuales más importantes que se utiliza desde la ciencia económica (al uso) para comprender la economía; (2) es más, es la herramienta (la contabilidad nacional) de análisis económico por excelencia y (3) el fin último de nuestras economías sigue siendo el crecimiento económico medido a través del PIB, y se sigue equiparando desarrollo y progreso al incremento del PIB. Solamente hay que abrir un periódico e irse a la página de economía y leer cuáles son las principales preocupaciones de “l*s agentes económicos”. Un ejemplo más o menos reciente: en 2008 l*s mandarati*s del G-20, más el Estado español y Holanda, anunciaron que se habían comprometido a llevar a cabo una reforma de los mercados financieros para dotarlos de mayor transparencia y a «trabajar juntos para restaurar el crecimiento global” (El Mundo, 2008). Y es, en este sentido, que deberíamos tener bien presente lo que Gustavo Esteva planteó en su día: “hay que tener miedo, no al fracaso del desarrollo, sino a su éxito” (en Sachs, 1995).

 

3. Abriendo perspectivas…

En palabras de Nicholas Georgescu-Roegen, un* de l*s fundador*s de la economía ecológica, “nada podría ser más alejado de la verdad que afirmar que el proceso económico es una cuestión aislada y circular, tal como presenta el análisis tradicional (…) el proceso económico está cimentado sólidamente en una base material sujeta a determinadas restricciones”. Por lo tanto la Economía, lejos de ser un sistema cerrado, autosuficiente y equilibrado, constituye un sistema abierto, dependiente y desequilibrado; que intercambia materiales y energía con la Biosfera y este intercambio está sujeto a las leyes de la termodinámica[4]. Tener en cuenta que la economía constituye un subsistema de la biosfera es, a nuestro entender, echar por tierra el primer enclave estructural en el que se apoya la actual noción de economía. Que la economía sea un subsistema de la biosfera implica que, sea como sea, los principios rectores de la economía no sirven para gestionar la biosfera ni las relaciones entre economía-naturaleza. Entre otras cosas, porque la biosfera nada entiende de criterios monetarios.

Por otro lado, como ya hemos visto, desde la economía feminista se deconstruye el segundo enclave estructural en el que se basa la economía al uso. La economía no es cerrada, ni autosuficiente, ni equilibrada no solamente porque esté cimentada sólidamente en una base material sino también porque existen otros espacios económicos que han sido históricamente infravalorados e invisibilizados, que sostienen la economía, y, por lo tanto, sin ellos no podría existir la economía de mercado. Estos espacios serían: la Economía Política Doméstica, la Economía Política de los Cuidados (Pérez Orozco, 2006 y Carrasco 2001) y la Economía Política de la Sexualidad (Gayle Rubin, 1986). Desde la economía feminista (de la ruptura) se cuestiona la hegemonía del mercado como espacio económico central y se pone de manifiesto que la mayoría del trabajo es trabajo no remunerado realizado fuera del mercado capitalista aproximadamente en una relación de 50-50% y asociado a los trabajos domésticos y de cuidados, del cual el 80% lo realizan las mujeres (Gálvez, 2010). La distinción inicial entre principios rectores y enclaves estructurales cobra su pleno sentido cuando elaboramos una representación más completa del sistema económico:

 

Gráfico 3. Sistema económico ampliado desde un enfoque de economía feminista y economía ecológica

Fuente: Elaboración propia a partir de Naredo (2003); Pérez Orozco (2006) y Rubin (1987)

Notas:

El Metabolismo Social hace referencia al Troughtput físico de entada y salidas de materiales y energía. El metabolismo social nos dice que las sociedades, al igual que los organismos, cogen de la biosfera materiales y energía de alta calidad, los utiliza, y expulsan materiales y energía de baja calidad.

La regla del notario: hace referencia a las desigualdades en la valoración del trabajo. A medida que subimos en la regla del notario una misma unidad de trabajo se encuentra mejor remunerada. Eso sí, el trabajo realizado fuera del ámbito de la economía política del intercambio del mercado y la economía financiera el trabajo no encuentra remuneración alguna.

Cabe destacar que desde posturas alternativas se viene trabajando de forma crítica mayoritariamente los principios rectores de la economía y no sus enclaves estructurales. Así, por ejemplo, desde ciertas posturas de economía crítica (o alternativa) se vienen promoviendo valores de cooperación y solidaridad en vez de los “tradicionales” de competencia… otra de las reivindicaciones históricas de la economía crítica es la del reparto de plusvalía entre l*s trabajador*s (en la esfera pública). Pero, ¿qué es el trabajo? ¿Por qué se remunera el trabajo realizado en unos espacios y en otros no? Como analizaremos más adelante, muchas de estas propuestas alternativas cuestionan de una manera profunda los principios rectores, pero tienen un importante camino de reflexión a realizar en torno al nivel de cuestionamiento de los enclaves estructurales sobre los que se construyen.

Al adoptar un enfoque de economía ecológica el primer enclave estructural enunciado anteriormente se viene abajo: la economía constituye un subsistema de la biosfera y por lo tanto tiene que respetar sus normas de funcionamiento: cerrar los ciclos, no transportar demasiado lejos, evitar los xenobióticos, vivir del sol… y sobre todo viene advirtiendo la imposibilidad de crecer de forma ilimitada en un mundo físicamente finito. En la actualidad el consumo de materiales y energía a nivel planetario ha superado la capacidad del planeta por lo que, en términos físicos, necesitamos decrecer. Y de ahí viene una parte importante de las propuestas en torno al decrecimiento. Es desde el enfoque de la economía feminista desde donde se echa por tierra el segundo enclave estructural y se propone un giro copernicano en relación a la jerarquización y valoración de los espacios. Si el objetivo de la economía es la de satisfacer realmente las necesidades y no la de producir valor añadido, es necesario salir de la centralidad del mercado para focalizar una mayor atención en los espacios y trabajos que realmente están destinados a satisfacer las necesidades. Una política económica centrada en satisfacer necesidades en base a los principios de la sostenibilidad de la vida (Carrasco, 2001) implicaría revertir la jerarquía del gráfico 3.

 

4. Algunas ideas sobre la mesa…

Una vez dibujado un sistema económico más acorde a su “funcionamiento real” cabría decir que las relaciones entre el concepto de Decrecimiento y Economía no son simples, sino por el contrario, complejas. Cuando hablamos de decrecimiento ¿a qué nos estamos refiriendo?: al PIB, al Consumo Biofísico, al Trabajo (asalariado?¿), o ¡a todas a la vez! A nivel general y tomando como principio rector la Sostenibilidad de la Vida (de las personas, de los ecosistemas y de otros seres sintientes que forman parte de ella), se podría decir que sería necesario una reestructuración social, a la vez que un reparto equitativo de las responsabilidades sociales en y para el mantenimiento y la (re)producción de la vida que implicaría a grandes rasgos (Pérez Orozco, 2006; Carrasco 2001):

  • La descentralización del mercado (y la generación de plusvalías) como centro hegemónico de lo “económico”, a la vez que una politización de las necesidades.
  • Una reorganización socioeconómica de los Tiempos y de los Trabajos.
    1. No solamente realizar una crítica al trabajo asalariado, sino una crítica al trabajo en sí en base a su concepción productivista: trabajar menos para vivir mejor.
    2. Ojo, cuidado con el sesgo androcéntrico del trabajo: toda actividad que forme parte de los procesos de la sostenibilidad de la vida debería ser considerado como trabajo. Trabajar menos sí, pero en base a unos criterios de equidad tanto en el reparto del trabajo como en la valoración del mismo, lo que incluye la corresponsabilidad en los trabajos domésticos y de cuidados
    3. Al mismo tiempo es necesario empezar a debatir qué debe ser considerado trabajo, qué trabajos son necesarios, cuáles menos, cuáles son alienantes…
  • Un decrecimiento físico en el uso de Materiales, Energía y Agua para Satisfacer nuestras necesidades. Según Riechmann (2006):
    1. Reducción del 50% del uso de energía no renovable (75% para las economías enriquecidas).
    2. Reducción del 50% del uso de los materiales (90% para las economías enriquecidas).
    3. Autolimitación del uso de espacio bioproductivo (tierra) al 50% (territorio, diversidad, etc.).
  • El punto tres no será posible sin una Reorganización Socio-Económica Espacial de nuestras sociedades. Por lo tanto sería necesario revertir:
    1. El proceso de industrialización, y en especial el de la agricultura.
    2. El proceso de creación de Metrópolis.
    3. El incremento de la Movilidad.
    4. La articulación de la producción de mercancías a escala mundial.

 

5. A modo de conclusiones

En este pequeño texto hemos abordado la distinción entre principios rectores y enclaves estructurales. Distinción que nos permite entender y discutir el grado de profundidad de las críticas y las nuevas aproximaciones económicas. Así mismo, hemos dibujado las principales ideas y argumentos que sostienen la teoría económica al uso basada en el flujo circular de la renta, el crecimiento económico, el egoísmo individual y la propiedad privada. Por último se han presentado algunas ideas que permiten romper los enclaves estructurales a la hora de entender la economía y pensar en nuevos imaginarios.

 

6. Bibliografía

Alonso, J. A. y Mold, A. (2005): Lecciones sobre Economía mundial. Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales. Editorial Aranzadi, Navarra.

Bourdieu, P. (2000): Las estructuras sociales de la economía. En Anagrama, colección Argumentos.

Carpintero, O. (1999): Entre la Economía y la Naturaleza. En Libros de la Catarata, Madrid.

Carrasco, C. (2001): “La Sostenibilidad de la Vida Humana. ¿Una cosa de mujeres?. En la Revista Mientras Tanto, nº 82. Disponible en red: http://www.ub.es/dptscs/textos/CARRASCO%20-%20Sostenibilidad%20y%20Mujeres.pdf

Gálvez Muñoz, L. y Torres López, J. (2010): Desiguales: Mujeres y Hombres ante la crisis financiera. Icaria.

Naredo, J. M. (2006): Raíces económicas del deterioro ecológico y social
Más allá de los dogmas.
En Siglo XXI Ediciones.

Pérez Orozco, A. (2004): “Estrategias feministas en el objeto de estudio de la economía”. En Foro Interno, nº 4, pp. 87 – 117. Disponible en Red: http://revistas.ucm.es/cps/15784576/articulos/FOIN0404110087A.PDF

Pérez Neira, D. y Cuellar Padilla, M. (2010). Re-Conozcamos la Realidad, Re-Pensemos la Economía. Artículo Escrito para las Jornadas de Decrecimiento organizadas por la Asociación de Educador*s Ambientales el Enjambre sin Reina.

Pérez Orozco, A. (2006): Perspectivas feministas en torno a la Economía: el caso de los cuidados. En Ed. Consejo Económico y Social.

Riechmann, J. (2006): Biomímesis. En Los Libros de la Catarata.

Rubin, G. (1986): “Tráfico de mujeres: notas sobre la “economía política” del sexo”. En Nueva Antropología, vol. VIII, nº 30. También disponible en red: http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/nuant/cont/30/cnt/cnt7.pdf

Sachs, W. (Coodr.) (1995): El diccionario del desarrollo. Una guía del conocimiento del poder. Segunda edición en castellano en (CAI) Centro de Aprendizaje Intercultural.

Soler Montiel, M. y Pérez Neira, D. (2011): “Enfoque y Escuelas de Pensamiento Económico”. Material preparado para el I Curso de Especialización en Soberanía Alimentaria y Agroecología Emergente de la Universidad Internacional de Andalucía.

[1] [email protected] y [email protected]

[2] El presente texto ha sido configurado en base a dos materiales previos: Pérez Neira y Cuellar Padilla (2010) y Soler Montiel y Pérez Neira (2011).

[3] La primera encuesta del uso del tiempo con carácter oficial fue realizada por el Instituto Nacional de Estadística para el año 2002-2003. La Encuesta de Empleo del Tiempo (EET) tiene como objetivo principal obtener información primaria para conocer la dimensión del trabajo no remunerado realizado en los hogares, la distribución de las responsabilidades familiares en el hogar, la participación de la población en actividades culturales y de ocio, y el empleo del tiempo de grupos sociales especiales (jóvenes, desempleados, ancianos, etc.). Aun así, la encuesta del tiempo no entra a formar parte del núcleo duro de la Contabilidad Nacional sino algo así como “cuenta satélite”. La EET está relacionada con la elaboración de una Cuenta Satélite de los Hogares dentro de la Contabilidad Nacional. Esta Cuenta Satélite realiza una valoración monetaria de las “actividades productivas no de mercado de los hogares”.

[4] La primera ley de la termodinámica (ley de la conservación de la energía) nos dice que la energía no puede destruirse ni crearse. Mientras La segunda ley de la termodinámica dice que, aunque la cantidad de energía se mantenga constante, su calidad disminuye inexorablemente.