Raíces y actualidad de la Economía Social y Solidaria

Transcripción de la ponencia de apertura del curso de verano Experiencias de transformación social de la Economía Social y Solidaria (Universidad de León, 2019)

Muchísimas gracias por vuestra participación, está siendo toda una sorpresa la buena acogida de este primer curso de Economía Social y Solidaria (ESS) en la Universidad de León. Cuando nos planteamos la idea de organizar un curso de verano con esta temática, una de las primeras cosas que nos dijeron desde algunas instancias universitarias fue que en este tipo de cursos es bastante habitual no pagar más allá de los gastos de desplazamiento, alojamiento y manutención, porque de todas formas los ponentes vienen aquí, a la Universidad, por prestigio, y al intentar pagarles más allá de esos gastos básicos posiblemente las cuentas no saliesen y es probable que el curso se cayese. Por otro lado, en el ámbito de la ESS a menudo se colabora en este tipo de encuentros desde la pura militancia. Así las cosas, pensamos que si no íbamos a poder pagar a la gente por sus ponencias, nosotros, que desde la ESS reclamamos condiciones laborales dignas, lo que evidentemente incluye que los trabajadores cobren por su trabajo, tal vez debíamos desechar la idea. No somos de tirar la toalla fácil. Nos planteamos un mínimo de 30 personas para hacer que esto fuera viable, y si no llegábamos a ese número suspenderlo. “¿30 personas? ¿en un curso de verano? No creo que lo consigáis”. Hemos llegado a las 50, el curso de verano de la Universidad de León con más personas inscritas en este momento, además de todas aquellas que asistirán estos días como oyentes. Así pues, muchísimas gracias a cada uno de vosotros por hacer posible que este curso salga adelante y hacerlo pagando, por supuesto, a los ponentes que vienen desde Madrid, Extremadura, Asturias, Valladolid y Palencia, hoy en día que parece que esto de cobrar por trabajar está sobrevalorado. Gracias por ayudarnos a conseguirlo.

Para mí es un privilegio abrir un curso como éste, participando como director, ponente y telonero de ponentes y proyectos que tanto admiro. Salí de la Facultad de Económicas sin haber oído hablar de ESS, de hecho, aún hoy existe en pocas facultades de económicas, muy pocas, alguna asignatura optativa relacionada, sigue siendo algo bastante “exótico”. Se mencionan, eso sí, las cooperativas como una forma jurídica más para constituir una empresa, pero de forma superficial y aséptica, explicando el número de socios mínimo y el capital exigido por la ley, pero sin entrar en su origen ni en su esencia, cuáles son sus idearios, sus valores y su razón de ser, ni, por supuesto, se habla en ningún en momento de transformación social. Esto sobre la Economía Social, sobre la Economía Solidaria nada de nada. Es economía, pero en las facultades de económicas no existe.

Por otro lado, lo primero que suele decir la gente cuando les cuentas que te dedicas a esto de la ESS, es: “¡qué interesante!”, seguido de “oye, y ¿eso qué es?”; aunque aquí habrá mucha gente que sepa de lo que estamos hablando, otra supongo que no. Por ello… vamos a emplear el método analítico de los Siniestro Total para hacer una breve introducción y explicar de qué va todo esto, con tres puntos muy sencillos: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos? y ¿adónde vamos?

Principios y valores de la ESS: ¿quiénes somos?

Vamos a comenzar viendo algunas iniciativas cercanas para mostrar a continuación qué tienen en común. Tenemos aquí, dentro de la provincia de León, una entidad a la que tenemos mucho cariño, que es Del Monte De Tabuyo, en Tabuyo del Monte, a las faldas del Teleno. Tabuyo del Monte es un pueblo un poco raro. Es raro porque cuando vas ves gente. No sólo jubilados o algún turista merodeando por la zona, hay personas en edad de trabajar, y lo hacen en su propio pueblo, en parte gracias a proyectos como éste, el de Del Monte de Tabuyo. Es una empresa formada por cinco mujeres, que hace muchos años se plantearon que no querían dejar Tabuyo. Tenían un problema social, el desempleo rural, no sabían cómo generar ingresos. Entonces, empezaron a pensar qué tipo de recursos había en esa zona y encontraron algo: el recurso micológico. Decidieron aprovecharlo creando un restaurante, tanto con setas cultivadas como con setas recolectadas, a las que posteriormente fueron acompañando otros productos locales, la producción y comercialización de conservas e incluso la venta online. El restaurante, que ha recibido varios premios, algunos muy significativos, funciona muy bien, es famoso en toda la provincia por su calidad, ha situado a Tabuyo en el mapa y ha hecho posible que estas mujeres puedan seguir viviendo en su pueblo.

Al cabo de los años la generación siguiente, la que tiene alrededor de 30 años, algunos son hijos de estas mujeres, también se encontraron con el mismo problema, el de no tener en su pueblo puestos de trabajo para poder quedarse. Empezaron a pensar en qué recursos podrían existir en la zona y se dieron cuenta de que había una profesión, la de resinero, que se había perdido. En una enorme área rodeada de monte y pino nadie estaba aprovechando la resina. Echaron cuentas y vieron que podía ser rentable. Así fue como fundaron su propia cooperativa, Pinaster, dedicada al aprovechamiento de la resina, a la formación de nuevos resineros, al cultivo y recolección de frutos del bosque y a ofrecer rutas guiadas por la zona.

Como veis, partimos de un problema que es social, no hay un trabajo en el pueblo, y lo abordamos colectivamente aprovechando un recurso local que estaba infrautilizado; estamos resolviendo un problema social a partir de una actividad económica. Este es uno de los pilares de la ESS. Además, lo estamos haciendo en base a unos valores: hay un proyecto, que hay que definir y gestionar, y son los propios socios, los trabajadores y las trabajadoras en este caso, quienes lo autogestionan y lo hacen viable y sostenible, desde el apoyo mutuo, la cooperación, la autonomía, la solidaridad y la toma de decisiones de forma democrática.

Hay otro tipo de empresas también dentro de la ESS. Un ejemplo es La Fageda, un Centro Especial De Empleo que está en Cataluña y que, para que os hagáis una idea de su dimensión, porque en León cuando hablamos de entidades de ESS normalmente hablamos de proyectos pequeñitos, es el segundo mayor productor y vendedor de yogures de toda Cataluña, sólo por detrás de Danone. El fundador y director de esta empresa creada para generar trabajo para personas con problemas de salud mental, que además tiene un nombre inolvidable, se llama Cristóbal Colón, dice que “el objetivo de La Fageda no es producir yogures, si no conseguir que la gente sea más feliz produciendo yogures”. Como veis, de nuevo partimos de un problema social y que resolvemos desde una actividad económica sustentada en una serie de valores.

Otro ejemplo interesante es el de la central térmica de Orcasitas, en el barrio de Usera (Madrid), creada y autogestionada por los vecinos desde hace 35 años. Volvemos a hablar de forma cooperativa, pero en este caso es una cooperativa de consumo. La compra conjunta permite conseguir precios más bajos, concretamente 36,50€/mes por vivienda, y también una menor contaminación. Por contra como proyecto colectivo que es, es más incómodo que llamar directamente a Endesa, requiere mayor grado de implicación y compromiso, y la necesidad de reunirse y tomar decisiones, pero también es más gratificante.

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Así pues, estamos hablando de iniciativas que para resolver problemas sociales y medio ambientales desarrollan actividades económicas, pero con una serie de valores y principios, y en las que el objetivo de transformación social está en el propio ADN de dichos proyectos.

Deben ser proyectos sostenibles, es decir, que se puedan mantener en el tiempo. Por ejemplo, una empresa minera con una actividad extractiva evidentemente nunca podrá ser sostenible porque llegará un momento en el que el recurso se agote. Sostenible significa que dentro de 100 años pueda haber alguien que siga trabajando en esa misma actividad. Lo hemos visto antes en el Comedor Del Monte.

Otro principio y valor básico es que son iniciativas autogestionadas, en las que son los propios partícipes quienes toman las decisiones. Por ejemplo, ¿qué opinaríais si en las elecciones de una localidad el voto de cada cual dependiese de su patrimonio o de su dinero en el banco?, es decir, que el voto de las personas más ricas del pueblo valiese el doble, el triple o mucho más que el de las personas que menos tienen. Sería una dictadura económica ¿no?; ésta es la forma en la que funciona una empresa convencional. En el capitalismo quien más tiene más manda. Cuando en ESS hablamos de democracia, lo que estamos diciendo es que cada persona tiene derecho a un voto independientemente del capital aportado.

Además, nos juntamos para sumar, para ganar todos, eso es lo que significa que otro de los pilares de nuestra forma de hacer es el apoyo mutuo. “No vendemos pan, vendemos otra forma de organizarse” dicen los valencianos de la panadería Terra de Pa.

Otros valores fundamentales en nuestra forma de entender la economía son la autonomía, la equidad, la solidaridad, la cooperación y el compromiso con la sociedad y el medio ambiente, y son los que dan sentido a nuestra actividad.

Preámbulos de la ESS: ¿de dónde venimos?

En los manuales de economía todo comienza con la Primera Revolución Industrial, y antes de eso parece ser que sólo había dinosaurios y tiempo después cuatro salvajes por ahí en taparrabos. Eso es lo que nos suelen explicar.

En el caso de la economía social hay al menos tres raíces claramente definidas:

– Una de ellas es el antiautoritarismo y el conjunto de luchas antifeudales previas a la Primera Revolución Industrial, que Silvia Federici documenta en su obra “Calibán y la Bruja”, un libro que en sólo 15 años ya se ha convertido en un clásico, en imprescindible para comprender esta etapa previa al capitalismo industrial. En él describe cómo ya en el año 300 a.C. las sociedades cimarronas, comunidades que vivían al margen de Roma, como los “bacaude” (en el territorio que hoy ocupa Galicia), eran autogobernadas por campesinos y esclavos libres, y acuñaban su propia moneda con la palabra Esperanza. Más allá de ser un hecho anecdótico, hasta final del Siglo XIV las revueltas del campesinado contra los terratenientes, que en su mejor momento llegaron a exigir un orden social igualitario basado en la riqueza compartida y el rechazo a las jerarquías y el autoritarismo, fueron constantes, masivas y armadas, con una fuerza organizativa resultado de un conflicto que atravesó toda la Edad Media.

– Las experiencias de propiedad colectiva y las prácticas comunitarias son la segunda de las semillas necesarias para el surgimiento de lo que hoy llamamos economía social. El comercio desde que surgieron los excedentes siempre ha existido, pero las sociedades tradicionales entendieron que ciertos bienes y servicios esenciales debían quedar excluidos de dicha competición, teniendo más sentido una gestión comunitaria de algunos recursos. Dicho de otro modo: somos fruto de una historia basada en la colaboración, como recoge Elinor Ostrom, Nobel en 2009 por “El gobierno de los bienes comunes”, que describe cómo estas prácticas han sido una constante a lo largo de la historia, lo que Kropotkin denominó “inteligencia colectiva”, la forma de inteligencia que surge de la colaboración.

Cuando desde el S XVIII comienza en Inglaterra la privatización de las propiedades de gestión colectiva que hacían posible la supervivencia del campesinado (el proceso que se denominó cercamientos o enclosures), hay una expulsión económica de la población rural hacia las ciudades, una recién llegada mano de obra imprescindible para el incipiente proceso de la industrialización. A menudo se ha dicho que la gente del medio rural se iba a las ciudades porque allí se vivía mejor, pero esto no es cierto, no al menos en ese momento. Un sólo dato: aún en 1887 la esperanza de vida de la burguesía duplicaba en las ciudades inglesas la de la clase trabajadora. Era la continua llegada de mano de obra rural la que permitía una renovación poblacional, y este proceso sólo fue posible con la supresión de esas propiedades colectivas.

En León más de la mitad del territorio sigue siendo comunal. En el caso de la Montaña, entre el 50 y 90 por ciento de los términos es comunitario, y a nivel de Estado aún existen más de cuatro millones de hectáreas, el mayor territorio bajo gobernanza comunal de toda Europa. Por otro lado hay una serie de prácticas comunitarias tradicionales también en nuestro territorio que han hecho posible la convivencia y la supervivencia: las hacenderas o “facenderas”, trabajos comunitarios donde la gente se juntaba para hacer caminos, edificios comunitarios, construir pesqueras, puentes, pilones, presas y fuentes, o para retirar la nieve, trabajos que se hacían entre todo el pueblo; las suertes de la leña, para limpiar y aprovechar el trozo de monte asignado por sorteo entre todos los vecinos que lo solicitan; la vecera, que consistía en juntar el ganado de varias personas y sacarlo a pastar por turnos; el espigueo, en el caso de los cereales, el racimeo en las viñas y la rebusca de las patatas permitían a la gente con menos recursos recoger el fruto abandonado tras las cosechas; en algunos pueblos existen todavía seguros de incendios basados en la ayuda mutua, en los cuales inscribirse no requiere ningún pago inicial ni periódico, pero existe el compromiso de colaborar en la reparación de la vivienda del resto de socios en caso de que alguno sufra un incendio; de forma similar había también seguros sobre el ganado entre los propietarios de ganado mayor, compartiendo igualmente las pérdidas (y el riesgo de sufrirlas), era una auténtica tragedia para una familia que se muriera una res, por ello los ganaderos se asociaban, y si esto sucedía, el resto de los vecinos se la compraban. Existían por último multitud de ejemplos de medios de producción colectivos: molinos, obradores, prados de ganadería extensiva, batanes como el del Val de San Lorenzo (León)… y algo que hoy suena revolucionario, el sistema de los concejos abiertos como institución milenaria de democracia directa. Hay sobre este tema un documental muy bonito que se llama La Voz del Concejo (2016), de Bambara Zinema, donde se hace un recorrido por este tipo de prácticas en la provincia de León y también un blog muy recomendable, La Nuestra Tierra, donde se recogen muchas de estas experiencias que han estado presentes históricamente en nuestra provincia.

No sólo en Inglaterra, también en España desde el s. XVIII comienza un proceso de privatización de estos bienes comunes, en nuestro caso especialmente a través de los procesos de desamortización de Godoy, de las Cortes de Cádiz, Mendizábal y sobre todo de Madoz, así como de ilegalización de muchas prácticas comunitarias, destruyendo, con ello, buena parte del tejido comunitario y de las redes de solidaridad tradicionales. Muchas propiedades que eran del común se pusieron a la venta, pero a menudo la gente de los pueblos no tenía dinero para comprarlas y las compraban terratenientes y en algunas ocasiones el propio pueblo, endeudándose colectivamente, como es el caso de los Montes de Socios, en Soria.

Más tarde, en el s. XIX, con la implantación del Estado Liberal en España, comienza una uniformización del territorio para acabar con el régimen comunal. En estos procesos, está el origen de la despoblación rural en favor de la sobrepoblación urbana, o, al menos son un factor clave para explicarlos.

– La tercera de las raíces del surgimiento de la economía social es el socialismo utópico y los intentos por crear sociedades igualitarias y alternativas una vez iniciada la Revolución Industrial, desde el galés Robert Owen con New Harmony en 1825 hasta los falansterios de Charles Fourier. Estamos hablando de principios del SXIX, es decir, de antes del marxismo (El Capital de Marx es de 1867).

Es en el contexto de expulsión de los campesinos a las ciudades en Inglaterra, lo que Polanyi denominó la “guerra de los ricos contra los pobres” y Marx la “acumulación originaria”, cuando aparece la que se considera la primera cooperativa, la de los Pioneros de Rochadle en 1844; una asociación de trabajadores textiles constituida como cooperativa de consumo, y que establecerá las bases del movimiento cooperativo moderno. Lo más interesante de todo esto es que este campesinado expulsado al medio urbano, lleva consigo esas prácticas comunitarias y de reciprocidad ancestrales con las que ha

logrado salir adelante en el campo. Sabe por experiencia que la colaboración es imprescindible, más aún en un medio hostil, y lo pone en práctica de esta forma en el recién estrenado escenario de la Primera Revolución Industrial. La similitud entre los principios y valores presentes en la gestión de bienes comunes y en las prácticas comunitarias del mundo rural, y la recién nacida “economía social” en las ciudades es evidente; hablamos de actividades económicas que deben ser sostenibles, autogestionadas, democráticas (aunque en los bienes comunes a menudo es un sistema patriarcal), y basadas en el apoyo mutuo, la cooperación y la solidaridad.

Por otra parte, el concepto de la economía solidaria, la otra mitad de la ESS nace en los años 80 en Latinoamérica para hacer frente a las políticas de austeridad y privatizaciones neoliberales diseñadas por los Chicago boys de Friedman, y puestas en práctica por primera vez con Pinochet, un concepto que llegaría a Francia una década después, en los años 90. La economía solidaria agrupa propuestas privadas y comunitarias de producción, consumo y financiación, alternativos a la lógica capitalista y estatista. No es una solución que venga desde arriba, es una forma de ir avanzando hacia un modelo económico diferente que ponga en el centro al planeta y a las personas, y que recupera el objetivo de transformación social de la economía social.

Situación actual de la ESS: ¿adónde vamos?

1. Mayor impulso de iniciativas vinculadas a la ESS, y al consumo, la producción y el ahorro como herramientas de transformación social.

En la actualidad, nos encontramos con cooperativas más tradicionales en las que a menudo se ha perdido ese espíritu de “vamos a cambiar el mundo”, y un nuevo cooperativismo más joven, más fresco, que nace desde esa ESS, en pleno crecimiento, y en el que el consumo se presenta como un acto político; es decir, yo cuando compro estoy votando, estoy decidiendo; si compro productos chinos, estoy votando que las condiciones laborales en el planeta sean esas. Hay iniciativas directamente vinculadas a la producción, como las empresas “recuperadas” por los trabajadores para salvarlas de la quiebra y conservar así sus trabajos, y de las que hay muchos ejemplos en Argentina y Grecia, y otras experiencias como las cooperativas de trabajo asociado. También proliferan las vías de financiación alternativas a las tradicionales, entre las que destacan la banca ética, con una gran expansión tras la crisis financiera de 2008, y las iniciativas de financiación comunitaria.

En Cataluña y Euskadi se gestan muchos de estos proyectos de nuevo cooperativismo antes de expandirse por todo el estado: Som Energia, cooperativa de comercialización y producción de energía renovable, Fiare Banca Ética, Coop 57 o Som Connexió son sólo algunos ejemplos.

2. Creación de redes y de comunidad.

Margaret Thatcher es autora de grandes frases dilapidarias como el “no hay alternativa”, hablando del capitalismo neoliberal, o su famoso “la Sociedad no existe”. Lo que es evidente es que no es posible la transformación social en sociedades con lazos débiles, y en las que la toma de decisiones está alejada de las personas implicadas. La Sociedad por supuesto que existe y que ha existido, lo hemos visto en la multitud de prácticas de solidaridad tradicionales. Necesitamos tejido asociativo y redes reales, no sólo digitales, redes sociales de las de verse cara a cara, y colectivos en los que reunirnos, apoyarnos y tomar decisiones. En ello estamos los mercados sociales y REAS (Red de Economía Alternativa y Solidaria), o a nivel local entidades como la ULECOOP (Unión Leonesa de Cooperativas) y la Asociación CooperActivas, Red de Personas Activas por la Economía Social.

3. La invasión de lo eco-social-solidario.

Muchas empresas capitalistas hablan hoy en día de “emprendimiento social”, de “economía circular”, de “consumo colaborativo”, “economía verde”… Lo cierto es que hay una apropiación de conceptos próximos a la ESS que a menudo no implican ninguna transformación social, más bien al contrario, replican la misma lógica capitalista, extractiva y acumulativa, pero lo hacen desde esta nueva retórica, más acorde con los nuevos tiempos.

En la actual fase de desarrollo del capitalismo existen tres procesos:

  • Acumulación extrema de riqueza y desarrollo de oligopolios. Según Oxfam sólo ocho personas, todos hombres, acumulaban en 2017 la misma riqueza que la mitad de la población mundial. En su anterior informe publicado el año anterior este número era de 62.
  • Preocupante desconexión de la economía con los límites de la realidad. El documental Error del sistema (2018) y la charla de Antonio Turiel en TEDX Decisiones ante un mundo sin combustibles fósiles (2018) abordan muy bien este tema.
  • Ampliación de lo mercantilizable. “El capitalismo es un sistema increíblemente expansivo, pero profundamente frágil, porque necesita estar alimentándose permanentemente de un afuera, de una realidad extracapitalista que parasita”, dice César Rendueles. O dicho con palabras más de andar por casa: “Hoy en día el modelo de mercantilización extrema de la vida conlleva que haya gente que pague a una empresa para que le consiga pareja, le pasee el perro, cuide de sus mayores, le decore la casa, etc.” afirma Alfredo Olmeda. Se convierte en moda todo aquello que pueda tener un mercado, y en este momento parece que la etiqueta de social, de ecológico o de solidario es lo que vende.

Volviendo a la apropiación de conceptos, o a la ambigüedad de algunos de esos nuevos conceptos, que una cadena de supermercados done un 1% de sus beneficios navideños a una ONGD no la convierte en una ESS. Que una empresa esté gestionada por los trabajadores como copropietarios de ésta, y desarrolle su actividad de acuerdo con esos valores de los que estamos hablando (democracia con una persona un voto, solidaridad, apoyo mutuo, cooperación, autonomía, compromiso con la Sociedad y el Medio Ambiente, etc.) sí. Es más importante el contenido que el continente. En la cadena de supermercados estamos hablando de Responsabilidad Social Corporativa, una estrategia de marketing para mejorar la imagen, en el segundo de ESS, la transformación social está implícita en el propio proyecto.

Por otro lado, hay veces que cuando se habla de ESS la gente piensa que somos una ONG, pero no. Una ONG habitualmente vive de dinero público, la economía social no. Estamos hablando de actividades económicas y autónomas.

Un ejemplo del sector ganadero que está generando mucho debate. Hace unos meses se publicaba una noticia titulada “El monstruo lácteo que promete salvar el futuro de Soria” hablando de una empresa navarra que plantea, en un pueblo de 155 habitantes, construir una macrogranja con 20.000 vacas, lo que implica un consumo de agua similar a toda la ciudad de Soria, y una generación de purines y estiércol equivalentes a una ciudad de 4.400.000 personas. Esta actuación en este momento está en un limbo legal, la Junta de Castilla y León no la ha autorizado, pero tampoco la ha rechazado.

La noticia tiene varias lecturas… la primera es: ¿qué pinta una empresa navarra en Soria? ¿por qué no instalan esta macrogranja en Navarra? La respuesta es sencilla: en Navarra hay gente en los pueblos, en Soria no, al menos no la suficiente para oponerse a algo así, o no la suficiente como para acoger cualquier tipo de proyecto económico, sea el que sea, con las manos abiertas. Para esto está siendo utilizada la despoblación rural, para deslocalizar lo que no queremos en las ciudades, por ejemplo.

La segunda lectura es que se trata de una cooperativa. Es una cooperativa a pesar de que medioambientalmente es absolutamente insostenible, es decir, que se trata de una empresa con la forma jurídica de cooperativa, pero cuya actividad no se rige, como muchas veces ocurre, por los principios y valores de la ESS, de ahí el siguiente título.

4. Ni están todos los que son y son todos los que están

De acuerdo con el artículo 129.2 de la Constitución Española “los poderes públicos (…) establecerán los medios que faciliten el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción”, y en la ley 5/2011 que regula la economía social, nos encontramos que hay una serie de entidades que la legislación considera economía social, en una necesidad de la Administración de delimitar y de encajonar estas entidades. Por ejemplo, dice que las cooperativas, las empresas de

inserción, los centros especiales de empleo y a las asociaciones con actividad económica, forman parte de la economía social. En realidad, esto no siempre es así; por citar solamente algunos casos cercanos: Manufacturas Teleno, dedicada a la fabricación de ropa interior, a través de cooperativas en las que las trabajadoras ni siquiera se conocían y mucho menos se reunían o tomaban decisiones entre ellas, centros especiales de empleo que son auténticos centros de explotación, el reciente caso de Embutidos Rodríguez también en la provincia, o el propio ejemplo de esta macrogranja en Soria.

Una forma jurídica no garantiza que una empresa sea una empresa social, puede haber cooperativas no democráticas y empresas limitadas que sí lo son. Para nosotros es fundamental saber cómo funciona a nivel interno la empresa, es decir, si respeta o no los principios y valores de la ESS.

5. Qué es posible hacer desde las Administraciones Públicas

Desde la Unión Europea se han aprobado tres directivas del Parlamento Europeo que, tras la presión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, finalmente se han reflejado en la legislación de nuestro país, concretamente en la Ley 9/2017, que permite la contratación pública responsable para el apoyo de objetivos sociales. Ello implica que en concursos públicos se puedan incluir cláusulas sociales, por ejemplo que, en los comedores escolares, se pueda contratar a empresas utilizando criterios sociales y no puramente económicos: incentivando que la comida se produzca cerca, que sea ecológica o que la gente que la cocina sea la dueña de la empresa, o que sean personas en situaciones sociales complicadas. No me gusta decir “en riesgo de exclusión social” porque en riesgo de exclusión social estamos todos, al menos todos los que pertenecemos a la clase trabajadora. Teniendo en cuenta que la contratación pública supone el 20 por ciento del PIB, su aplicación generaría mucho trabajo dentro de la ESS. No se trata de subvencionar, se trata de que, si tus condiciones laborales, social y medioambientales son más dignas, se pueda tener una ventaja frente a las entidades que se mueven con criterios puramente capitalistas.

Por otro lado, la Estrategia Española De Economía Social 2017-2020 recoge entre las medidas de impulso de la Economía Social la “creación de un certificado de profesionalidad específico para la «puesta en marcha y gestión de entidades de la economía social» dentro del Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales por el Instituto Nacional de las Cualificaciones (INCUAL), hasta ahora inexistente.

Y ya en el nivel local, ayuntamientos como los de Carcaboso (Cáceres), Orendain (Guipúzcoa) o El Boalo (Madrid), han impulsado iniciativas dirigidas a apoyar proyectos de ESS con medidas muy sencillas, como bancos de tierras infrautilizadas o en desuso ofrecidas a las personas que quieren producir en ecológico, creación y gestión de obradores colectivos o fomento de la producción local basada en los principios de la ESS.

Uno de estos bancos de tierras es el del Consejo Comarcal de El Bierzo, con el que, desde nuestra empresa, Social Soluciones, estamos colaborando en la puesta en marcha de una cooperativa hortícola. Social Soluciones somos una cooperativa de iniciativa social que ofrece servicios de asesoría, consultoría y formación en ESS. Que sea sin ánimo de lucro no significa que no cobremos por nuestro trabajo, sino que los beneficios que tenemos al final de cada año, en lugar de repartirlos, los destinamos a que el proyecto crezca o bien al objeto para el que nació; en este caso la promoción de la ESS.

Como una muestra más de las experiencias de transformación social que se presentan en este curso, en nuestro caso ofrecemos formación en ESS destinada a personas que quieren iniciar un proyecto, a entidades en marcha, docentes y alumnado de Secundaria y Universidad, pertenecemos a la Unión Leonesa de Cooperativas (ULECOOP) y a la Asociación CooperActivas, colaborando a través de ellas con la UNED y formando parte de REAS. Tutorizamos proyectos, impartimos talleres de generación de ideas en torno a ESS en institutos de secundaria, estamos coordinando varios concursos de generación de ideas de economía transformadora, hacemos trabajos de investigación en torno a la ESS y próximamente vamos a publicar el “Manual de buenas prácticas para el emprendimiento social en el ámbito rural” que estará disponible gratuitamente en web socialsoluciones.coop. Es desde esta entidad desde la que organizamos este curso de verano “Experiencias de Transformación Social desde la Economía Social y Solidaria” en la Universidad de León.

¿Qué nos estamos encontrando en nuestro trabajo?

  • En primer lugar, que hay una consciencia sorprendentemente generalizada de la insostenibilidad del actual modo de vida y de nuestro modelo económico, algo que vemos desde nuestro trabajo con adolescentes, en las actividades desarrolladas en la Universidad o trabajando con personas que están buscando alternativas para no abandonar su pueblo.
  • Observamos mucho más dinamismo en lo rural que en lo urbano, posiblemente por una cuestión de supervivencia desde los propios pueblos. En este ámbito rural el perfil de las personas interesadas en iniciar proyectos de ESS es el de jóvenes de 25 a 45 años, tanto originarios de la zona como nuevos pobladores. En muchas ocasiones las asesorías que han visitado antes para que les ayuden a poner en marcha una cooperativa, les han tratado de convencer de que es mejor elegir una forma jurídica más sencilla para ellas como es una Sociedad Limitada, y a menudo lo han conseguido.
  • Falta de percepción de riesgo, falta de planificación y precipitación en la puesta en marcha de proyectos. En ocasiones hacemos un trabajo no pagado por nadie: el de desanimar a quien está decidido a iniciar un proyecto que desde nuestra experiencia consideramos inviable.
  • Salvo algunas excepciones a nivel local como las que se han nombrado, la Administración Pública apenas apoya la ESS. Son mundos paralelos.
  • El principal problema que tienen hoy en días las Pymes, no sólo las vinculadas a la ESS, es la falta de demanda interna como consecuencia del empobrecimiento de las clases medias y bajas y del aumento de la desigualdad, especialmente desde el estallido de la crisis del 2008, lo que lleva a que en ocasiones muy buenas ideas no consigan salir adelante.
  • Las ideas mutan, y es bueno que así sea. Para ello hay que investigar, conocer el sector y las tendencias que hay en él, pero también ser flexibles y estar dispuestos incluso a sustituir la idea original por las nuevas oportunidades que se nos presentan.
  • En nuestro territorio los proyectos son habitualmente pequeños, mientras que, en Cataluña y Euskadi, donde nacen muchas de estas iniciativas de ESS que después llegan a otras regiones del estado, hay proyectos mucho más grandes y consolidados.
  • Por último, dice Efstathios Mavridis, formador en facilitación de grupos en la histórica ecoaldea de Lakabe, que “la mayoría de los proyectos colectivos se caen desde dentro”, y es cierto: necesitamos aprender (o reaprender) a comunicarnos, imaginar, decidir y actuar en colectivo.

Y terminamos con un proyecto muy bonito que sé que algunas de las personas que estáis aquí conocéis: Biela y Tierra, formado por dos chicas, apoyadas por un pequeño equipo detrás, que están cartografiando multitud de iniciativas rurales de ESS a lo largo de todo el estado, mostrando que la ESS es un concepto vivo, que se adapta a cada realidad y que está generando cambios en este mismo momento. Muchas gracias.