6/ Chamula
“Aquí el pueblo manda y el gobierno obedece” advierten los carteles de las comunidades zapatistas al pie de las carreteras de Chiapas. La ciudad donde se hizo visible su revolución es San Cristobal de las Casas, a sólo 10 kilómetros de allí está San Juan Chamula. En nuestro planeta hay rincones que no pertenecen a este mundo. Quienes han estado alguna vez en San Juan Chamula saben que uno de esos lugares es éste.
En su iglesia colonial no hay curas ni tampoco bancos donde sentarse. En el interior se escuchan susurros y cantos en tzotil, la lengua de los chamulas, entre la neblina del humo de las velas y la quema de incienso y de una resina aromática usada en los rituales mayas de chamanes y curanderos llamada copal, olor que se entremezcla con el de la manzanilla, el laurel, el limón y las hojas de pino que cubren el suelo. Hay estatuas de santos católicos cubiertos de capas, como agradecimiento por cada milagro concedido a la comunidad, y otras mirando a la pared, a modo de escarmiento por no haberlos concedido. El aguardiente de maíz, pox, utilizado tradicionalmente en las ceremonias, a menudo se sustituye por coca cola. El resultado es mágico y surrealista.
A un lado, hay un pequeño círculo de personas en torno a un paciente al que se va pasando un huevo de gallina alrededor de su cabeza, su torso… como un pincel con el que dibujasen su perfil. El objetivo es ayuntar enfermedades y maleficios, si al abrirlo se ha endurecido o está más oscuro significa, me dicen fuera, que ha atrapado el mal. Hay que destruirlo y problema resuelto.
– ¿Y si no funcionase? -pregunto.
– Entonces se repite cambiando el huevo por una gallina.
– ¿Y si eso tampoco funciona?
Tras un breve silencio – Entonces ya se va al médico –me responden.